Alarma por el dramático fenómeno que pondrá fin a los glaciares de Tierra del Fuego

15/09/2022

En un diagnóstico desolador, los científicos advierten que a los glaciares de Tierra del Fuego les restan entre 40 y 60 años antes de desaparecer. Los especialistas sostienen que los “glaciares de circo”, característicos de esta provincia, se encuentran en retroceso por el cambio climático. Las altas temperaturas –como efecto del calentamiento global– están acelerando los deshielos y redujeron un tercio de su masa en los últimos 20 años.

El fenómeno afecta en especial al Martial, un emblema natural de Ushuaia que se partió en tres fragmentos. La ciudad depende casi en su totalidad del glaciar para el suministro de agua potable y, de continuar la tendencia, podría entrar en estado de emergencia. El pronóstico es pesimista, pero no irreversible si se adoptan acciones inmediatas. La posibilidad de recuperarlos, según consignan, será un proceso lento en el que tengan que registrarse varias décadas con temperaturas por debajo de las actuales que permitan una acumulación de capas de nieve para nutrir nuevamente a los cuerpos de hielo.

El problema fue advertido con crudeza en Hostil, un documental de producción argentina enfocado en los glaciares del archipiélago fueguino y su relación directa con las turberas, que son humedales milenarios que dependen del agua dulce para que su ecosistema no colapse. El documental contó con la colaboración y los estudios de científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) del Conicet. Además colaboró la empresa tecnológica Google, que aportó una cámara especial que permitió a los realizadores mapear los rincones más inhóspitos de la provincia del sur argentino y registrar en una expedición osada cómo el hielo cede por la intensidad solar y el impacto de la actividad humana.

El glaciar Martial es la principal fuente de agua potable de la ciudad de Ushuaia y está desapareciendo por el cambio climático

Los especialistas destacan la necesidad de que a futuro se declare a la Península Mitre área protegida. El sitio alberga glaciares, una fauna y flora diversas, y contiene el 84% de las turberas del país, un activo natural que es clave para evitar la liberación de carbono en la atmósfera.

“Si se mantiene la tendencia climática, de temperaturas elevadas y cada vez menos precipitaciones, los glaciares de circo de Tierra del Fuego van a desaparecer en los próximos 40 a 60 años. La mayoría están retrocediendo de forma muy acelerada, sobre todo en los últimos cinco años, que coinciden con el incremento alto de las temperaturas registradas en ese período. Revertir la situación climática va a ser muy difícil”, dice a LA NACION Juan Federico Ponce, geólogo investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

Los glaciares de circo son un tipo más pequeño de estas formaciones. Se ubican en las cabeceras de los valles recluidos en los picos de las montañas. Al no tener una altura muy elevada respecto del nivel del mar, son muy sensibles al aumento de las temperaturas en el planeta. Son los que predominan en la provincia y hay relevados alrededor de 110 en la cordillera fueguina, aunque el número es actualizado cada año por los investigadores, con una tendencia descendente.

El fenómeno de retroceso es explícito en el glaciar Martial, que está ubicado en Ushuaia y puede ser avistado desde casi cualquier punto de la ciudad. Por el adelgazamiento de su masa terminó por fragmentarse. “Con el correr del tiempo, por reducción de la superficie se dividió en tres cuerpos más pequeños”, dice el glaciólogo. Y agrega: “La posibilidad de recuperar los glaciares es un proceso lento. Tienen que haber varias décadas con una temperatura por debajo de la actual para que se estabilicen primero y dejen de retroceder. La formación de hielo se hace a través de la acumulación de nieve en la superficie. Los glaciares se alimentan de nieve que queda allí, y tiene que aguantar todo un verano sin derretirse para que sobre ella caiga más nieve y se forme el hielo”.

Las turberas son humedales y funcionan como grandes reservorios de captura de carbono; dependen del agua de los glaciares para subsistir

La problemática no se limita a los glaciares toda vez que, como cuerpos de agua, están asociados a los arroyos que alimentan ríos y lagos. También de ellos dependen las turberas, que son ecosistemas sensibles con abundante vegetación en los valles de Tierra del Fuego. Estos ambientes formados hace más de 19.000 años funcionan como “aspiradoras de carbono” y necesitan de mucha humedad y frío para seguir existiendo. “La desaparición de los glaciares corta el suministro de agua que les llega. Son humedales que sirven de reservorios de carbono porque evitan que los gases de la descomposición orgánica se libere en la atmósfera”, detalla Ponce.

Las turberas de Tierra del Fuego son lugares prácticamente vírgenes y únicos en el mundo. En la antigüedad las tribus yámanas habitaron esas regiones, pero mantuvieron una relación con la naturaleza que no dejó huellas en el ecosistema y se mantienen en la forma natural que fueron generadas. Tienen una superficie con vegetación viva, principalmente musgos y a medida que la flora muere se acumula en su fondo. Tienen una estructura fibrosa y retienen mucha agua. Alcanzan hasta 16 metros de profundidad y sirven, a la vez, de archivo geológico vivo porque con el estudio de sus capas se puede conocer cuál era el clima en la época de cada una de ellas.

Antes de que se tomara conciencia, se explotaban por su gran poder calorífico. Los panes de turba eran extraídos por el hombre, se drenaba el agua y se usaban para calentar salamandras y chimeneas. La actividad aprovechaba la energía de las turberas, pero paralelamente aceleraba la liberación de carbono en la atmósfera, por lo que comenzó a limitarse.

La travesía

Llevar los papers y las advertencias científicas al campo real les requirió a los realizadores de Hostil viajar al corazón del problema. Un grupo de jóvenes se aventuró en una travesía de un mes por las montañas para documentar el estado de los glaciares de circo –entre ellos, el Martial y El Ojo del Albino– y las turberas. Finalmente se embarcaron en velero y navegaron las aguas heladas del canal de Beagle hasta alcanzar las profundidades de la Península Mitre, una región de 2400 kilómetros cuadrados de sierras, faldas, valles, bosques, lagunas y ríos. La zona vista desde un mapa es la punta oriental del triángulo que representa Tierra del Fuego.

“Está invisibilizado lo que sucede en los glaciares de Tierra del Fuego y queremos que la gente tome conciencia de lo que está sucediendo. Documentamos con un registro fotográfico que sirve a las próximas generaciones para que entiendan cómo estaba la isla en ese momento específico del tiempo. Google se interesó mucho en el proyecto y nos prestaron la cámara que utilizan para mapear el Google Maps”, dice a LA NACION Fernando Urdapilleta, director del documental.

La empresa tecnológica aportó la cámara Google Trekker, que es una una mochila pesada que fotografía en 360 grados con alta resolución. Luego las imágenes fueron subidas al Google Street View para que cualquier persona pueda recorrerlas con una computadora. El ambientalista Alexis Caporale y Federico Frigerio, diputado nacional de Tierra del Fuego y productor del documental, se encargaron de llevar el dispositivo de 15 lentes para registrar las cumbres de los glaciares y los senderos de la Península Mitre.

“La película es un llamado a la reflexión de esta realidad y a la acción de proteger los ecosistemas. La ciudad de Ushuaia se nutre de agua dulce exclusivamente del glaciar Martial, cuando desaparezca se va a tener que preparar para la emergencia. Se pueden tomar distintas medidas para ralentizar el retroceso, pero la realidad es que nos tenemos que hacer la idea de que Tierra del Fuego se va a quedar sin glaciares. Somos la última generación que los va a ver en la isla, es dramático”, denuncia Urdapilleta.

Después agrega: “Las turberas están íntimamente vinculadas con los glaciares y son casi el único ambiente que podemos proteger ahora de forma activa. Son aspiradoras de carbono que absorben las emisiones de los autos, las fábricas y todos los gases de efecto invernadero que producen el aumento de las temperaturas y el consecuente derretimiento de los glaciares. Protegiendo la turba se protegen los glaciares”.

La expedición a los glaciares fue liderada por el alpinista Leandro Hernández, experto en travesías por hielo continental. No fueron pocos los contratiempos presentes al mapear la zona. En un ascenso, uno de los drones que los acompañaba perdió señal en la altura e impactó contra una montaña. Por otro lado, tuvieron que sortear las grietas escondidas en la nieve, un riesgo que aumentaba por el peso de las cámaras y los equipos que transportaban, en especial el del Trekker. “Podés caer y quedar atrapado en una gruta. Los glaciares de circo están a medio derretir y podés dar un paso en falso en un lugar que parece firme, pero abajo hay una cueva. Arriba del glaciar se produce un microclima distinto y tenés que estar siempre en movimiento por el peligro de congelarte”, describió Urdapilleta.

De acuerdo con Frigerio, el objetivo del documental fue amplificar y visibilizar lo que los científicos vienen advirtiendo hace más de 50 años en estudios e investigaciones irrefutables sobre el problema. “Lugares como Península Mitre quedan muy pocos en la Tierra. Por la hostilidad del clima se cuidó sola durante miles de años. Lo inhóspito y hostil del clima expulsó cualquier intento del hombre de establecerse ahí”, detalla Frigerio.

Luego advierte: “Pero indefectiblemente el hombre, el turismo y la tecnología avanzan, y cada vez hay más visitantes en esa zona. Hoy es una anarquía. Si no se planifican los senderos, el mantenimiento y se protege el área, puede destruirse. Hay que evitarlo”.

Existe actualmente un proyecto de ley en la legislatura de Tierra del Fuego para declarar la Península Mitre área protegida y convertirla en un parque provincial. La iniciativa busca proteger el ecosistema de los glaciares, las turberas, la flora y la fauna, y un bosque de macroalgas. A tres años de su presentación todavía no fue tratado en el recinto.

Por Jesús Allende - LA NACIÓN

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