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14/08/2025
En la cartografía política de Tierra del Fuego, las elecciones legislativas nacionales suelen ser un ejercicio de mitad de mandato que, en apariencia, define sólo bancas en el Congreso. Este año, sin embargo, el comicio de octubre tiene otra naturaleza: se ha convertido en una especie de laboratorio de la disputa por la gobernación que se avecina en 2027.
El mensaje que baja desde Fuerza Patria —el oficialismo provincial, integrado por Gustavo Melella, Wálter Vuoto y un amplio conglomerado sindical— y desde la alianza La Libertad Avanza-PRO es claro: hay que polarizar. “Ellos o nosotros”. La estrategia es conocida: achicar el espacio de terceros, encapsular la conversación política en una dicotomía y reducir el riesgo que implica la fragmentación del voto.
Pero esta vez, la realidad política ofrece más matices. Dos fuerzas provinciales amenazan con romper la geometría que intenta dibujarse. Por un lado, Somos Fueguinos, liderada por Liliana “Chispita” Fadul, cuyo espacio cuenta hoy con la representación del diputado Ricardo Garramuño. Este último proviene del Movimiento Popular Fueguino y se sumó a las filas de Somos Fueguinos tras su desafiliación del partido provincial. Con un discurso de autonomía frente a las estructuras nacionales, el partido apuesta a retener el escaño con un mensaje centrado en la identidad local.
Por otro lado, el frente Defendamos Tierra del Fuego, que conduce el intendente de Río Grande, Martín Pérez, junto al de Tolhuin, Daniel Harrington. El armado integra al Movimiento Popular Fueguino —un ex aliado de Melella— y al Frente Renovador. No es un secreto que Pérez, mientras disputa bancas legislativas, está construyendo un capital político que podría depositarlo en la línea de largada para la gobernación de 2027. Esto también puede evidenciarse en el papel de la concejal de Provincia Grande, Daiana Freiberger, quien dejó el PJ y se ha convertido en una de las voces más críticas de la gestión del actual intendente de Ushuaia, Wálter Vuoto. Su posicionamiento lo enfrenta, de manera simultánea, al propio gobernador y al intendente de Ushuaia, en un movimiento que combina la competencia presente con una estrategia de largo plazo.
En paralelo, la UCR busca preservar la banca del senador Pablo Blanco, uno de los dirigentes con mayor experiencia parlamentaria de la provincia, que intentará su reelección. Su objetivo es sostener un espacio propio en un escenario cada vez más tensionado por las coaliciones mayoritarias, al tiempo que seduce a sectores disidentes del PRO que no acompañaron el acuerdo con los libertarios.
En números, el distrito renueva tres bancas en el Senado y dos en Diputados, y la contienda involucrará a poco más de 150 mil electores, concentrados en Ushuaia, Río Grande y Tolhuin. La campaña transcurre bajo una tensión que combina dos planos: el que se comunica —la pelea binaria— y el que se teje en la sombra, donde se miden fuerzas y se exploran alianzas de cara a un recambio provincial todavía lejano, pero que ya condiciona cada movimiento.